La doble escolaridad tiene más valor social que pedagógico

Varios educadores analizan las polémicas afirmaciones del pedagogo italiano Tonucci.

Con remarcador y lápiz rojo siguieron muchos docentes y padres las propuestas del pedagogo Francesco Tonucci, quien reclamó cambios en la organización escolar, criticó los colegios de doble turno y pidió a los maestros reducir los deberes que habitualmente los alumnos se llevan para el hogar.En una entrevista con LA NACION, publicada la semana última, el especialista italiano había advertido que la misión de la escuela ya no es enseñar cosas y que esa tarea "la hacen mejor la TV o Internet".Distintos educadores consultados por LA NACION abordaron las posturas de Tonucci que despiertan polémica. La mayoría coincidió en que todo tiempo, incluso el receso veraniego, es propicio para pensar en mejorar la escuela, y hubo consenso en que la doble escolaridad es una "necesidad social más que pedagógica"."Esas cosas no se pueden plantear en abstracto, para todos los casos. Es necesario ubicarse en situaciones sociales y culturales concretas", aconsejó Guillermina Tiramonti, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).Tiramonti no es defensora a ultranza de la doble escolaridad. Al igual que varios de sus colegas, la percibe como una necesidad social, ante las exigencias de la nueva organización de las familias, con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo y el riesgo de las casas vacías.También el rector del colegio Los Robles, Alejandro de Oto Gilotaux, estimó que los colegios de doble turno son un mal menor y responden a una necesidad familiar y social. "La mayoría de los padres y madres trabajan y evalúan como negativo que sus hijos estén en sus casas solos, expuestos a la TV o a Internet", señaló.Hoy en la Argentina sólo el 5% de los colegios tienen doble escolaridad. Sin embargo, es un fenómeno creciente en los grandes centros urbanos, ya que alcanza al 30% de las escuelas en la ciudad de Buenos Aires. La ley de educación nacional, incluso, promueve que las escuelas sean de "jornada extendida o completa", es decir, mañana y tarde.

Evitar el encierro

"Habría que pensar un modelo de doble escolaridad que no encierre a los chicos en su mundo de amigos y en un acotado círculo social, sino que les permita salir de ese encierro y articular con otras realidades. Hay que recuperar en la escuela la heterogeneidad social y cultural", dijo Tiramonti.Consideró que ese modelo de encierro de la doble escolaridad está muy extendido en la clase media y si se propagara a los sectores sociales más bajos se los condenaría a una marginación social permanente."Sería bueno hacer como en Estados Unidos, con el Programa de Escuelas para el Próximo Siglo, que promueve aumentar la cantidad de días de clases", propuso Oto Gilotaux, al advertir que los tres meses de vacaciones producen una desconexión muy grande en los hijos de familias con pocos recursos económicos y eso repercute luego en crecientes dificultades al comenzar las clases.Para la profesora Ana María Vásquez Fierro, especializada en historia y docente del colegio Río de la Plata, la doble escolaridad tiene que estar orientada a la práctica y al aprendizaje. "Tiene que incluir práctica y no sólo teoría. Si no hay aplicación, no hay aprendizaje", advirtió.Frente a los deberes hogareños, la docente fue clara: "El chico tiene que volver a su casa y llevar las cosas aprendidas y solucionadas. No tiene que llegar con problemas. Puede ser necesaria una pequeña tarea de ejercitación en el hogar, para procesar el aprendizaje"."En términos generales, las escuelas tienen que adaptar sus metodologías y contenidos al mundo cultural contemporáneo. Hay contenidos que los chicos pueden obtener a través de la TV e Internet. Lo importante es que la escuela desarrolle instrumentos para que los alumnos puedan sistematizar esos conocimientos e incorporarlos críticamente", sostuvo Tiramonti.

A quién necesitamos

Autor de Cuando los niños dicen ¡Basta! , Tonucci había sentenciado: "Necesitamos de los niños para salvar nuestros colegios". La investigadora Graciela Frigerio, directora del Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM), rechaza este pensamiento."Diría lo contrario: necesitamos de los adultos. No para salvar nada ni a nadie, sino para ofrecer a los chicos la posibilidad de tener ganas de crecer, la ocasión de pensar el mundo e imaginar que puede ser otra cosa que una interminable reiteración de más de lo mismo", señaló Frigerio."Nadie se opone a cambiar las formas escolares de la modernidad y todos nos alegraríamos de que se escuchara música en las aulas y fuera de ellas", agregó, al aclarar que no disiente de las imágenes transmitidas por el especialista, sino de sus argumentos."Tonucci parece hablar desde una Europa que tampoco ya es. Amonesta a unos adultos que están lejos de ser todos los adultos. Lo más preocupante quizá sea el tono dogmático que utiliza", concluyó Frigerio."Llenar la escuela de contenidos puede ser tan nocivo como vaciarla de ellos", dijo Oto Gilotaux, quien lamenta la "educación enciclopedista".Tras señalar que hoy se enseñan contenidos con poca profundidad, graficó una escena imaginaria, pero muy cercana a la realidad, en el aula: "Si estalla una guerra en Medio Oriente, seguramente la profesora de historia de cuarto año seguirá con el programa estudiando la década infame. La realidad muchas veces queda en las puertas de la escuela".La profesora Vásquez Fierro sostuvo que el rol del maestro es "aprender a escuchar a sus alumnos y que ellos se escuchen entre ellos". Explicó que "hay que tener una pedagogía aggiornada y adecuarse a los cambios tecnológicos y a los descubrimientos de la neurociencia":Para Tiramonti, la tecnología es una nueva herramienta intelectual, como antes lo era el libro. "No cualquiera saca provecho de los libros y no cualquiera saca provecho de la tecnología. Hay que usarla como una herramienta intelectual y no como una prótesis", advirtió.

Fuente:www.lanacion.com.ar

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