A diferencia de los años 90, cuando creció el subsidio estatal a las escuelas particulares, entre 2003 y 2006 el Estado redujo un 19% el aporte por alumno del sector privado. La decisión privilegia la inversión en los colegios públicos.
Existe una tendencia clara desde 2003: el Estado desaceleró su inversión en el sector privado de la educación. Esto tampoco implica que recortó gastos: simplemente no los aumentó de la misma manera que en la década anterior, a contramano de las políticas ejecutadas durante los años 90. En 2001, el Gobierno llegó a gastar $0,61 por alumno del sector privado por cada peso invertido en uno del sector público. En 2006, ese gasto cayó al $0,50. Es decir, un 19% menos. A cambio, Ley de Financiamiento Educativo mediante, se aumentó el gasto en el sector público. Así se desprende de un informe que acaba de actualizar el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) a partir de datos oficiales del Ministerio de Educación de la Nación.Con la Ley Federal de Educación, creció considerablemente la matrícula en el sector público. Sin embargo, se registró un muy importante aumento de la inversión estatal en el sector privado en comparación al público. A partir de 2003 esta situación se revirtió. A pesar de la caída de los inscriptos en las escuelas estatales -un 5% en los últimos tres años, según un informe de 2008 del Centro de Estudios de Políticas Públicas (CEPP)- y el consecuente traspaso de alumnos al sector privado, el Estado aumentó su inversión en la gestión pública. En 2007, el presupuesto educativo consolidado (lo asignado a la Nación más las provincias) fue de $43.000 millones de los cuales $30.000 millones correspondieron a las provincias. Pero no por eso dejó de subsidiar al sector particular. El CIPPEC estima que este año, los privados alcanzarían un aporte estatal de unos $4.282 millones, aproximadamente un 14% del presupuesto educativo provincial total.
"Estos aportes resultan poco transparentes, discrecionales y no se revisan con el correr del tiempo. Es una caja negra que nadie controla y, menos que menos, se discute. No existe una base nacional de datos en el que aparezcan todas las escuelas para saber qué tipo de aporte reciben, qué cuota cobra y por qué merecen ese beneficio", resalta Axel Rivas, director de Educación del CIPPEC. Y agrega: "Es saludable que el Estado vuelva a invertir con fuerza en el sector público porque la escuela es la integradora social por naturaleza".
De esa "caja negra" de aportes de la que hablan los especialistas, los mayores beneficiarios son los colegios confesionales. En especial, los católicos. Por eso, el sector de las instituciones laicas y el gremio docente -SADOP- apoyan las iniciativas para lograr transparencia en el manejo de subsidios.
El presidente del Consejo General de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, José María del Corral, aclara: "Muchos colegios religiosos prestan servicios en zonas muy vulnerables. No siempre educación privada es sinónimo de elite económica. Muchas instituciones atienden una población en riesgo que merece la chance de elegir a qué escuela mandar a sus hijos. La falta de transparencia del aporte estatal perjudica a los colegios sin fin de lucro. La mayoría de nuestras escuelas son más baratas que muchas públicas".
Los particulares destinan prácticamente la totalidad de los subsidios estatales en pagar los sueldos docentes. "Con los aportes en una meseta, la demanda de matrícula en amplia expansión y la imposibilidad de retocar las cuotas por los controles de la Secretaría de Comercio, el sector camina hacia un peligroso cuello de botella", analiza un vocero de las entidades que reúne a las escuelas privadas de la Ciudad y de la provincia de Buenos Aires. En el interior, con supervisiones más laxas, las tarifas se ajustaron de otra manera.
"Es cierto que el Estado no está acompañando a las familias que pasan del sistema público al privado, pero si lo hiciera profundizaría la dualización de la sociedad. Hay que revertir esa tendencia profundizando la inversión en la escuela pública", interpreta Rivas.
Lejos del debate laica o libre, la discusión pasa por cómo, a quién y por qué se subsidia. Aclarar los tantos ayudaría a mejorar no sólo la eficiencia de la escuela pública sino también de varias privadas.
Fuente: www.clarin.com.ar
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