La opción de una PC por alumno

El plan de computadoras en las escuelas del Uruguay ha sido presentado recientemente como el modelo de lo que habría que hacer y, en muchos casos, se ha denigrado la política seguida por nuestro país en este campo. Es muy bueno que se debata públicamente el tema, pero, dada su importancia, hay que discutirlo con seriedad e información.

Primero, aclaremos los hechos relativos a la participación argentina en el proyecto postulado por Nicholas Negroponte de producir una computadora portátil de 100 dólares. Su idea es distribuir la computadora gratuitamente a través de los ministerios de Educación para permitir a los estudiantes de todo el mundo el acceso a la tecnología de manera sencilla y amigable. Presentado así, el proyecto provocó el interés de varios países con voluntad política de universalizar el acceso a las nuevas tecnologías. La Argentina se incorporó al grupo inicial de países interesados en el proyecto, pero con cuatro condiciones básicas: que el precio sea de 100 dólares por laptop; tomar la decisión de compra a partir del modelo definitivo y no de un prototipo de prueba; realizar un piloto y trabajar con un organismo internacional que asegurara transparencia en el proceso de compra.

Lo sucedido ya fue expuesto públicamente en varias ocasiones: nuestro país (a través de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA) desarrolló distintas pruebas con los prototipos que se iban recibiendo. El modelo final demoró y en noviembre de 2006 Negroponte se comprometió a que, en un plazo no superior a 6 meses, las computadoras estarían funcionando y se podría definir la adquisición. Sin embargo, en ese período comenzaron a aparecer distintas empresas nacionales y extranjeras con opciones alternativas que modificaron el escenario inicial. En mayo de 2007 se realizó la presentación del modelo final de Negroponte y, aunque hubo avances importantes, las computadoras no podían ser aún consideradas un producto estable, el precio de 100 dólares ya no podía ser garantizado y las ofertas eran de alrededor del doble de esa cifra. Resultaba claro que, en esas condiciones, la decisión de compra no era posible y, si la hubiera, debería ser a través de una licitación, en la que participaran distintos oferentes. En este proceso casi todos los países de la lista inicial fueron desertando de su participación en el proyecto.

Paralelamente a la evaluación técnica de los aparatos disponibles, el Ministerio de Educación desarrolló una serie de pruebas para apreciar el impacto en las salas de clases y en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es importante destacar que no estamos frente a un desafío tecnológico, sino frente a un proyecto social y educativo, por eso la prueba a la cual es necesario someter a los aparatos no es sólo tecnológica; es también pedagógica. Debe analizar el impacto sobre el trabajo grupal y sobre el perfil del docente, e implica un cambio importante sobre el equipamiento de las escuelas, el financiamiento, la seguridad de los aparatos y la de los alumnos.

Tales pruebas mostraron que la introducción de una computadora por alumno es exitosa cuando responde a una necesidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, cuando existe un piso básico de cultura tecnológica que asegura su utilización efectiva y cuando, desde el punto de vista político educativo, es posible garantizar la dotación de aparatos a un universo completo de destinatarios y no sólo a una parte o sector de ellos. En función de estos resultados, hemos tomado la decisión de comenzar por el ciclo superior de la enseñanza técnica. A esto responde la licitación para la compra de 250.000 computadoras que se realizó recientemente y que comenzarán a ser distribuidas en los próximos meses.

Uruguay decidió adoptar otra secuencia y no corresponde a nosotros juzgarla. El modelo de Uruguay es pertinente para Uruguay. No lo adoptó Chile, no lo adoptó Brasil, no lo adoptaron otros. Tampoco corresponde que la seriedad y la importancia de nuestra decisión sean subestimadas.

Fuente:www.lanacion.com.ar

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