Preocupante malnutrición infantil

Las autoridades deben intensificar las campañas tendientes a promover medidas preventivas para reducir este mal


El aumento constante de la pobreza ha engendrado en la Argentina numerosos males, desconocidos hasta no hace tantos años. La desnutrición infantil es uno de ellos; lamentablemente, a fines del mes pasado, el reconocido doctor Abel Albino, fundador de la Red Conin, de lucha contra la desnutrición infantil, reveló durante el III Encuentro Nacional de esa ONG, que cada vez se están abriendo más centros de atención porque cada vez hay más demanda.

Otro problema, que tampoco debe ser soslayado, es el de la malnutrición. Una encuesta relativa a las proporciones y medidas del cuerpo infantil realizada en centros sanitarios oficiales de la provincia de Buenos Aires, a través de una muestra de 15.618 niños entre 0 y 2 años, ha permitido extraer conclusiones significativas con respecto al tema de la malnutrición infantil.

En efecto, del universo estudiado, el 15 por ciento tiene una talla menor a la normal, el 13 padece de obesidad y el 2,8 un peso inferior al normal. Los tres resultados son indicadores de malnutrición, término que indica un desequilibrio en la calidad de la dieta alimentaria, que resuelve sólo parcialmente las necesidades del organismo, a diferencia de la desnutrición que alude a un empobrecimiento orgánico por falta de alimentos en cantidad suficiente.

El relevamiento fue emprendido por el Programa Materno-Infantil del Ministerio de Salud bonaerense, de acuerdo con tablas elaboradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Donde se registró el mayor el número de chicos malnutridos fue en las regiones sanitarias VII (municipios de Tres de Febrero, Hurlingham, Morón, Merlo y Moreno) y XI (que abarca principalmente los municipios de La Plata, San Vicente, Presidente Perón, Ensenada, Berisso, Cañuelas, Chascomús y Dolores).

Si se comparan los datos ahora obtenidos con anteriores mediciones de los años 1995 y 2002, se observa una disminución de los casos graves de desnutrición y de peso insuficiente, cierta mejora en cuanto a la talla, en tanto que la obesidad infantil creció moderadamente. Si la comparación se hace en relación con otros países del mundo, los resultados arrojados se encuentran en una situación intermedia. Así lo manifestó la coordinadora del Programa, Flavia Raineri. Por su parte, en el seno de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) con sede en La Plata, el juicio de varios especialistas estimó como "absolutamente preocupantes" las cifras conocidas y exhortaron a las autoridades a que se intensificaran las campañas tendientes a promover medidas preventivas.

Las claves de la malnutrición empiezan por los insuficientes controles prenatales, prosiguen por la escasa o nula lactancia materna, por la ingestión de nutrientes en baja cantidad o de deficiente calidad, por los cuadros infecciosos que sucesivamente afectan a los chiquitos y, eventualmente, por el estrés emocional padecido por los bebes cuyos hogares están abrumados por situaciones conflictivas.

Para encarar la cuestión hay dos caminos bien clarificados por organismos mundiales, como Unicef. En primer lugar, se trata de insistir en el conocimiento de acciones efectivas para reducir los males de la malnutrición, de consecuencias tan graves para el futuro de los niños. Para ello deben atacarse precisamente las omisiones o errores de los cuidados maternales, tanto en cuanto a los controles del embarazo, la lactancia -no debe ser menor de un semestre- y el tabaquismo, hábito en el que incurre el 20 por ciento de las parturientas, según datos provinciales. También ha de insistirse en la conveniencia de espaciar los nacimientos y todo lo que concierne al cuidado de la higiene del bebe y de los elementos que se consumen o emplean, como el agua y el biberón, vehículos frecuentes de las diarreas infantiles.

Esas y otras enseñanzas no son sólo tarea de los pediatras. De ahí que exista un segundo camino a promover, en el cual tienen su parte la acción social y las políticas de salud en marcha. En este sentido, es mucha la colaboración que pueden prestar organismos no gubernamentales y los medios masivos de comunicación. Es una tarea que convoca la mayor cooperación, pues se trata de preservar el futuro de los niños, lo que equivale a decir el porvenir del país.

Fuente:www.lanacion.com.ar

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